HOLA DE NUEVO,...

SÍ, LAS GRANDES CUMBRES SE CONQUISTAN DE RODILLAS, CON LA FUERZA DE LAS RODILLAS.
Esto no se refiere al "quedar de rodillas" de los vencidos.
Se refiere al "actuar de rodillas" de los que triunfan, de los que no dejan las cosas en el camino, de los que no se dejan amedrentar por nadie, de los que, en el análisis final, usan sus rodillas para darse más fuerzas, para estar más estrechamente cerca de su Padre Celestial.
Usemos nuestras rodillas, a partir de ahora, como lo haría un triunfador, como lo haría alguien determinado a abrir su corazón y sus brazos para abrazar al hermano, al amigo, al prójimo, para compartir con todos los gozos del Evangelio de Jesucristo, pero también la grandiosa noticia que pocos han escuchado: El amor del Padre es incondicional: el amor de Dios no hace acepción de personas.
Eso es lo que debemos saber, tener presente y compartir con todos.
Iniciamos una nueva etapa, una etapa en que, agradecidos a todos quienes antes han ayudado a que Afirmación sea una realidad tangible, seguiremos construyendo sobre todo lo que se ha hecho hasta el presente.
Ya no continuemos con los sectarismos y caudillismos de ayer. Que nadie diga: "Yo soy de Pablo", "Yo soy de Pedro", "Yo soy de Elías", "Yo soy de Marcelo", porque todos, sí, todos, somos hermanos y conformamos una sola organización, que es Afirmación, y todos y cada uno somos servidores llamados a cumplir con una tarea determinada. Si ayer estuvimos divididos, es hora de dejar las rencillas y las discusiones y sentarnos juntos, como hermanos que somos, amigablemente, para trabajar hacia el mañana, hacia el futuro.
Gracias a Marcelo, gracias a Elías, gracias a Luis, gracias a Marcelo Hernández, gracias a Alberto, gracias a Francisco, gracias a ti, gracias a todos y a todas.
Nadie está demás. Nadie sobra. Todos somos necesarios. Y entre todos hacemos que Afirmación sea mucho más cada día.