Tuesday, February 13, 2007

SUBIR A JERUSALÉN



Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: "sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. Él les dijo: "Id y decid a aquella zorra: 'Echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra.' Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos de bajo de sus alas, pero no quisiste! Vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el tiempo en que digáis: 'Bendito el que viene en nombre del Señor'." (Lucas 13:31-35; Versión Reina-Valera, Edición de Estudio, 1995.).

Mis queridos amigos:

La decisión de subir a Jerusalén es una de las más difíciles en la vida de Jesús y de quien quiera vivir como él, aceptando participar en su destino.Yo sigo mi camino dice Jesús en Lucas 13:33.

Se desata la conflictividad de los poderes sacerdotales y políticos y hay que ignorarla al principio... "Yo sigo mi camino"...y lo dice para ver si se suaviza esa conflictividad cambiando de táctica: hablando más enigmáticamente para que entienda el que tengas oídos preparados para escucharle. (Véase, Marcos 4:11,12.). Y cabe incluso esperar a ver si pasa "retirándose una temporada" más allá de las fronteras o al otro lado del Jordán. (Véase, Mateo 14:13.).

Pero puede llegar un momento en que todas esas medidas se revelen insuficientes.

La oposición de los sacerdotes, esto es, de los religiosos, no cambia.

Y los poderes religiosos se confabulan con los poderes políticos para aumentar a la presión.

De nuevo se ve, como tantas y tantas veces en la historia de la humanidad, que la religión, el poder sacerdotal (que traiciona a Dios), se colude para requerir del poder políticos (aunque sea un poder político nefasto y contrario a la Ley de Dios) para que le preste el apoyo y la fuerza que necesita para aplastar a quien considera su oponente. Porque cuando no tiene la fuerza de la palabra y del espíritu, la religión apela, sin misericordia alguna, a la fuerza bruta, la fuerza de las armas que le puede prestar el poder político. Se intensifica incluso la oposición a Jesús.

Y, en estas circunstancias Jesús toma una decisión que para algunos, para quienes no entienden, no conocen ni saben la misión de Jesús, resulta oscurísima y solitaria: Adoptó la resolución de subir a Jerusalén. (Lucas 9:51.).

Y una vez allí tomó el látigo en sus manos para expulsar a tanto sinvergüenza que hay en el Templo de Dios y que han hecho y hacen de la Casa de Dios una mera cueva de ladrones, como, también, tantas y tantas veces la historia lo ha demostrado, arrojando luz sobre el pecado de los que se arrogan el poder y la representación de Dios sobre la Tierra.

Reflexiones en la vida del Salvador, en su misión y en sus enseñanzas, jamás olvidando lo siguiente:

No todo el que me dice: 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquél día: 'Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?' Y entonces les declararé: 'Nunca os conocí: ¡apartáos de mí, hacedores de maldad!' (Mateo 7:21-23.).

Que no sea este el fin nuestro, sino el del que toma la cruz de Jesucristo y camina el camino que Él caminó, de vuelta al Padre, al Hogar Celestial.

Javier Otárola
RR.PP., Afirmación

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